Un año de CGT: El desafío de la nueva agenda

Por Gerardo Juara * Un viejo profesor al que recientemente homenajearon preguntaba a sus discípulos “¿qué es un estatuto sindical?”. Según él, un estatuto es una invitación a la acción de los trabajadores en busca de justicia social. Un estatuto convoca a quienes comparten una condición similar (los trabajadores de una actividad, profesión, oficio) en […]

Por Gerardo Juara *

Un viejo profesor al que recientemente homenajearon preguntaba a sus discípulos “¿qué es un estatuto sindical?”. Según él, un estatuto es una invitación a la acción de los trabajadores en busca de justicia social. Un estatuto convoca a quienes comparten una condición similar (los trabajadores de una actividad, profesión, oficio) en un territorio determinado (el país, la provincia, un municipio) a realizar acciones en defensa de la clase y sus derechos (la declaración de principios) con un conjunto de herramientas determinadas (competencias distribuidas en secretarias, mecanismos para la toma de decisión, mecanismos para declarar la huelga o validar convenios, etc.) en definitiva, un estatuto es el mapa de navegación que el movimiento obrero se da en un momento dado. Indica de donde sale, a donde quiere ir, con quienes y con qué instrumentos. Este viernes se cumple el primer año de un Consejo Directivo que estrenó una reforma estatutaria luego de un trabajoso -y exitoso- proceso de unidad.

La bandera de la reforma fue la paridad de género y la ampliación de secretarias reconociendo en la agenda (porque eso son la mayoría de las secretarias de un estatuto: los temas prioritarios de la agenda de un sindicato) los nuevos temas que la sociedad impone.

En ese punto la reforma de la Confederación General del Trabajo anunciaba una mirada sobre la paridad y el empoderamiento de género, las politicas industriales, la infraestructura y servicios públicos, la innovación y el futuro del trabajo, los asuntos energéticos, los gobiernos locales, la industria y la producción, las políticas educativas y el cambio climático y la transición justa, porque si el estatuto es a un sindicato lo que la Constitución Nacional es a nuestro pais, esta reforma invitaba a los trabajadores y trabajadoras a caminar un proyecto donde esos temas eran las banderas convocantes.

Pero… si el 7 de marzo del 2017 la central “perdió” el atril junto con el perdió la voz que le permitía una narrativa que articulaba la voz del movimiento obrero, que a su vez, ha ido mutando y hoy ya no son los que trabajan solamente. Hoy el universo de la representación ofrece además el desafío de los que fueron (¿quién defiende a los jubilados?) a los que no pueden ser (¿quién defiende a los monotributistas que dependen de un ingreso que apenas cubre la canasta básica?) y ¿quién toma la voz de los que no saben cómo ser trabajadores, enmarañados en el archipiélago de movimientos sociales? Casi nada de los temas nuevos han sido parte constitutiva del discurso de este renovado cuerpo directivo. Si la paridad de género puede ser recordaba como la bandera de esta reforma, están las fotos de la conducción cegetista con la nueva ministra para desmentir cualquier voluntad de paridad, donde 12 secretarios generales rodean a la funcionaria.

Así como las fotos de las reuniones con los funcionarios desmienten la voluntad de paridad de género, hay “no-fotos” en muchos de los otros temas. No hay una posición clara en infraestructura y en servicios públicos. Una ley federal de transporte e infraestructura es una carencia reconocida pero no resuelta, a lo que puede sumarse la inclasificable situación de la hidrovia. La reivindicación de los servicios de transporte público y el apoyo a la ley de electro movilidad son contradictorios en muchos de sus puntos, asi como el acompañamiento en Vaca Muerta y la exploración off shore en el mar argentino colisiona con las políticas ambientales que la central acompaña en los sindicatos globales. ¿Es todo malo? No. El esfuerzo por mantener la unidad no es poca cosa, aunque no alcanza.

La unidad en silencio, como en los matrimonios, no suele terminar bien y el debate interno para madurar una voz y una narrativa son necesarios y urgentes. La renovada actividad de la Juventud Sindical llena de oxígeno al Felipe Vállese y así como la iniciativa de un grupo de dirigentes gremiales de impulsar el espacio laborar.org y el desafío de oír otras voces sobre la misma agenda es un paso en la dirección correcta para nutrir de ideas una voz hasta hoy ausente pero imprescindible. Hace un año la Confederación General del Trabajo propuso una nueva agenda, queda superar las causas del silencio y construir sobre ella una propuesta para todos los argentinos.

(*) Abogado laboralista. Asesor sindical. Ex Director Nacional de Asociaciones Sindicales del Ministerio de Trabajo de la Nación.

 

Fuente: Mundo Gremial

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