Disolución del Partido Peronista: Golpe al Movimiento Obrero

Los sucesos El 30 de noviembre de 1955 el dictador Pedro Eugenio Aramburu ordenaba la disolución del Partido Peronista. Más tarde era el momento de la sanción del decreto 4161, el cual prohibía pronunciar el nombre de Perón y cualquiera de sus derivados. La mal llamada Revolución Libertadora proponía un proyecto de país que consistía […]

Los sucesos

El 30 de noviembre de 1955 el dictador Pedro Eugenio Aramburu ordenaba la disolución del Partido Peronista. Más tarde era el momento de la sanción del decreto 4161, el cual prohibía pronunciar el nombre de Perón y cualquiera de sus derivados. La mal llamada Revolución Libertadora proponía un proyecto de país que consistía en regresar a la Argentina pre 1943, es decir un momento de ciudadanía cercenada. Detrás de este proyecto regresivo, en materia de distribución de ingresos y entrega de la soberanía, el elenco dictatorial gobernante se encontraba absorbido en una tarea que se terminaría convirtiendo en un profundo desgaste: aniquilar simbólicamente a la mayoría del pueblo argentino alejándolo de su conductor. En este contexto, ¿cuál fue el rol del movimiento obrero durante los días previos y posteriores a la disolución del Partido Peronista?

Decreto 4161/1956
El decreto

Entre los principales elementos del decreto 3855/1955 se destacaban que la “Revolución Libertadora” tenía como finalidad devolver al país la vigencia del derecho. En paralelo, se caracterizaba al gobierno saliente como un régimen que tuvo como motivación el entronizamiento de una dictadura totalitaria, paradojas y éxitos del liberalismo discursivo, la posibilidad de cambiar el significado de los acontecimientos y los sucesos sin ningún tipo de tapujos. Los que tomaban el poder como bárbaros aparecen como civilizados. El decreto, además, sostenía que el Partido Peronista era responsable de haber violado la Constitución Nacional trastocando la armonía entre poderes a partir de la sumatoria del poder público. Con esto, en la caracterización del elenco dictatorial, el peronismo aparecía enmarcado en una tradición que lo emparentaba con el rosismo del siglo XIX. Asimismo, el peronismo era mostrado como el partido que atentó contra la vida política democrática del país intentando suplantar la legalidad por una doctrina llamada nacional. En definitiva, la eliminación del Partido Justicialista sumergía al país en un Estado de Sitio y un clima de características marciales. Detrás de las bondades de la “Libertadora” se escondía un plan de persecución y terror. Nada nuevo para los tiempos en que las riendas de la historia las conducía el liberalismo en Argentina.

Decreto 3855/1955
¿Disolución de una herramienta política o persecución contra la clase trabajadora?

La disolución de Partido Justicialista debe comprenderse en un escenario de hostigamiento y en el contexto de la eliminación del partido mayoritario, a lo que se le sumaba la clausura de numerosos medios periodísticos críticos de la dictadura entre los que aparecen El 45, el Federalista, El descamisado, La Argentina, entre otros. La censura ha sido una tentación histórica por parte del liberalismo, un nuevo intento de hacer tabla rasa con el pasado.

La dictadura que, en un primer momento, había tenido un “acercamiento” expectante para con el movimiento obrero decidió cambiar de fase y ajustar cuentas impulsado por su odio gorila. Al interior del gobierno los sectores “acuerdistas” fueron desplazados y la línea dura personificada en Aramburu y Rojas tomó las riendas del poder. Así comenzó la fase regresiva.

En paralelo, en la CGT el cinco de octubre de 1955 renunciaba su Secretario Héctor Di Pietro, sustituido por una comisión provisional compuesta por Luis Natalini y el histórico dirigente textil, Andrés Framini. Con el golpe palaciego consumado y habiendo ya sido desplazado Lonardi, la dictadura de Aramburu intervino la CGT en noviembre de 1955. La respuesta del pueblo trabajador no tardó, comenzó un movimiento huelguístico que se extendió en buena parte del país. En el cordón industrial de la Provincia de Buenos Aires se registró un ausentismo del 75% en los lugares de trabajo. Al mismo tiempo, la dictadura señalaba al Movimiento Obrero como el principal enemigo. Tomaron las oficinas de la calle Azopardo e intervinieron los principales gremios donde aparecen viejos dirigentes comunistas y socialistas. La huelga dejó un saldo de 1700 trabajadores detenidos.

Isaac Rojas y Pedro Eugenio Aramburu
Junto con la disolución del partido y la intervención a la CGT se generó un clima de fin de año signado por el terror y el Estado de Sitio. El movimiento obrero a la defensiva fue empujado a la resistencia, en algunos casos a la clandestinidad, recibiendo así la ley marcial. A la persecución de los principales dirigentes también se sumó el hostigamiento a los estratos más bajos de la organización gremial.

En el ideario del elenco gobernante la CGT formaba parte de la tiranía destituida, de ahí que en ese primer huracán de detenciones y persecuciones la mayoría eran hombres provenientes del mundo del trabajo. Bajo una propaganda bochornosa y sin pruebas se vinculó a actos de corrupción a referentes del mundo gremial.

Entre el escarmiento material y el deseo simbólico

El golpe de Estado de 1955 significó lo que Arturo Jauretche denominó “el retorno al coloniaje”, un programa de ajuste y transferencia de ingresos regresivos desde el pueblo trabajador a la oligarquía. Además de la disolución del Partido Peronista y la intervención de la CGT se sumó la inhabilitación de 60000 sindicalistas pero sobre todo un elemento que pasó desapercibido en ese contexto fue la modificación de la Ley de Asociaciones Profesionales. Con esto se buscaba la flexibilización y recortar el poder de negociación del Movimiento Obrero. Además del deseo material del regreso a la distribución desigual del ingreso, previo al peronismo, se buscaba minar el poder del Movimiento Obrero tratando de multiplicar sindicatos por rama, inventando dirigentes sin representación por el solo hecho de ser anti peronistas. Meses después se prohibió mencionar la palabra “Perón” pero también asistimos a una organización artesanal que crecía desde el pie, la Resistencia Peronista, en la que el Movimiento Obrero era también la columna central de dicho momento. El histórico dirigente César Marcos dijo: “Después de Caseros pasaron más de ochenta años de escamoteo histórico, de falseamiento de la verdad nacional, de ignorancia premeditada de la época de Rosas el Grande (…) NOSOTROS, LOS PERONISTAS DE LA PRIMERA RESISTENCIA, EVITAMOS LA REPETICIÓN DE CASEROS”

* Columnista de Mundo Gremial. Docente de la materia Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Departamento de Planificación y Políticas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)

 

Fuente; Mundo gremial

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